Rosa Maria Piñol (La Vanguardia, 20 setembre 1999)
Quaderns Crema acoge la primera obra de este profesor de Literatura que se ha inspirado en Fellini, Tod Browning y la pintura de De Chirico
Pasqual Farràs, profesor de Literatura nacido en Solsona el año 1959, irrumpe en la escena literaria catalana, arropado por Quaderns Crema, con una novela que, al margen de valoraciones, probablemente no dejará indiferente a ningún crítico. La mort del fabulador es una obra compleja y literariamente ambiciosa, muy alejada de la banalidad que caracteriza a algunas operas primas de nuestra narrativa.
El libro plantea una metáfora del mundo y de la existencia a partir de la descripción de la fauna humana de un circo. Escrito a lo largo de ocho años, La mort del fabulador recrea un universo de personajes anónimos que huyen, carentes de pasado y con un futuro incierto, y que confluyen en un circo destartalado montado en una playa. El fabulador es el personaje que mueve los hilos de este teatro del mundo.
“Siempre había tenido la idea de ambientar una novela en un circo medio abandonado, en un ambiente triste y desolado —explica Farràs—. El circo es un universo en el que se mezclan lo real y lo irreal, donde hay mentira y contrastes: la pista es el lugar fulgurante donde aparecen los artistas, donde se arriesgan y triunfan, pero detrás está la tramoya, donde todos son desgraciados.”
En esta metáfora de la existencia, Pasqual Farràs pretende transmitir el lector la perplejidad en que estan sumidos todos los personajes. “Trato de explicar un estado de la conciencia, una manera de mirar el mundo, una sensación de extrañamiento, de distancia respecto de las cosas. La obra es simbólica. No quiere ser la recreación de la vida cotidiana en un circo, sino evocar el teatro del mundo”, explica el autor.
El lenguaje, muy elaborado y torrencial, es un elemento determinante en la novela, que el autor reconoce influida por la prosa de Foix y la obra de Kafka. “El mundo irreal, triste y caótico que construyo se sustenta y ordena a través del lenguaje —dice Farràs—. El lenguaje es el argumento, el gran protagonista. En este universo, hay un ritmo y una respiración que conecta con el mundo literario de Foix. Un lector del libro me sugirió que era como Kafka después de haber leído a Foix.”
En la solapa del libro, el editor califica la novela de “mineral y opaca”. “Sí, pero es una opacidad cargada de sentido —dice Farràs—. La historia es opaca en el sentido de misteriosa. Mi intención es que sea sugerente. Soy consciente de que exijo un esfuerzo al lector, pero con la pretensión de que el placer sea mayor. Eso podrá parecer presuntuoso, pero creo que hay tantas novelas ‘normales’, que ya está bien que se hagan cosas nuevas.”
El circo humano creado por Pasqual Farràs recuerda a veces escenas del cine mudo, pero en todo momento remite al universo de Fellini y a los personajes que pueblan el filme La parada de los monstruos de Tod Browning. “Estas referencias son exactas, sí. Como en el cine mudo, en la novela de vez en cuando hay bofetadas, y los personajes parecen antiguos. De hecho, la historia podría situarse a principios des siglo. Fellini está también ahí. Y el paisaje desolado remite a las imágenes de los pintores metafísicos, como De Chirico. Y hay otras referencias. El circo de Calder, por ejemplo, o los circos de Picasso y de Chagall.
El fabulador, especie de “dios medio guasón” que controla el destino de los personajes, es dibujado de forma grotesca por el autor. “Es un personaje ridículo, que explica historias irrisorias, que no tiene credibilidad —explica—. Pero el ‘yo’ que explica la historia se siente atraído por el pobre hombre viejo y decrépito. Y acaba asumiendo su personalidad.”
“La novela —añade— también pretende ser en proceso que conduce al ‘yo’ a escribir. Se trata de presentar al lector la tramoya literaria, para que descubra el proceso que lleva al escritor a crear su mundo. El narrador es un hombre que huye y que llega a un mundo cargado de signos e imágenes sugerentes, pero sin sentido; intenta encontrar su lugar en este mundo, pero no acaba de salir de la perplejidad. Y se salva a través de las palabras. Las claves de la novela están explicada en la misma novela. La protagonista es la misma literatura.”
Pasqual Farràs dice preferir como lector aquella literatura que trabaja con imágenes y con palabras, más que la que trabaja con argumentos y psicologías, y en su debut narrativo ha sido fiel a ese criterio.
Cómo desmontar una novela
Licenciado en Filología, Pasqual Farràs es profesor de Literatura en un instituto de Barcelona. Esta dedicación docente le ha permitido “hacer, sin prisas, la novela que quería hacer”. Recién llegado a la escena literaria, admite que si tuviera que adscribirse a una de las etiquetas definidas en el último canon literario de la novela catalana, “por exclusión” debería situarse entre los “deconstructivistas”, pero con un pie en los “simbólicos” y otro en los “minimalistas”, ya que su novela recuerda a veces “la partitura que va repitiendo y punteando sus notas, como la de Satie, por ejemplo”. “Pero supongo que básicamente debo alinearme con los deconstructivistas, ya que desmonto los elementos de la novela y pido que el lector los vuelva a construir.”